Los pasillos del Campus Oriente de la Universidad Católica en
Santiago se parecen a las universidades medievales europeas: fríos
claustros con arcos romanos de ladrillo marcan la tónica del lugar, a la
usanza de los antiguos monasterios. Al frente de este lugar, el 1º de
abril de 1991, fue acribillado a balazos el profesor de Derecho Jaime
Guzmán, ideólogo civil de la dictadura de Pinochet, fundador del
movimiento gremialista surgido en la misma universidad en los años ’60 y
que conjuga una extrañan mezcla de corpora
tivismo político,
conservadurismo social, integrismo católico y neoliberalismo económico.
Este fue el cimiento doctrinario que animó a los civiles que
trabajaron con los militares chilenos entre 1973 y 1990, transformando
la institucionalidad de Chile por más de 30 años, con un fuerte hálito
conservador que aún se expresa en la sociedad chilena. Guzmán fue el
fundador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el principal partido
político de la derecha chilena, el sostén del actual gobierno de
Sebastián Piñera.
Este fue el motivo por el cual no fue nada extraño que el mismo
Piñera y las altas autoridades gubernamentales, senadores y diputados
UDI se hayan dado cita el jueves en la sede universitaria, al atardecer
de los frescos días santiaguinos, para homenajear los veinte años de
existencia de la Fundación Jaime Guzmán, creada por los gremialistas con
el objetivo de no perder los valores doctrinarios dejado por su mártir:
una concepción de sociedad conservadora, en que el servicio público es
entendido como una elevación mística al estilo católico, pero sin
complejos para aceptar el darwinismo social del neoliberalismo ni la
división social que tanto caracteriza a nuestra cultura latinoamericana.
La fundación fue uno de los llamados “think tank” o centros de
pensamiento que participaron en la elaboración de las bases del gobierno
de Piñera, donde planteaban profundizar el modelo de economía de
mercado, dejando de lado la concepción del Estado benefactor, que
tímidamente desarrolló el centroizquierda de la Concertación en sus
cuatro administraciones (1990-2010), para levantar la idea de una
“sociedad de oportunidades”, donde los más pobres deben esforzarse para
obtener los beneficios del aparato estatal, pues “nada es gratis”, tal
como lo señaló el mismo Piñera a los estudiantes chilenos en los días de
mayor lucha del movimiento estudiantil, hace un par de meses.
Piñera fue invitado a participar en esta cena, en la cual era
esperado por unos quinientos comensales, muchos de los cuales son
ministros de Estado y jefes de reparticiones públicas. Todos ellos
disfrutaban del opíparo cóctel previo, cuando unos cien estudiantes de
la Universidad Católica irrumpieron en los patios de la facultad,
manifestándose contra la Constitución de 1980, cuyo autor fue
precisamente Jaime Guzmán, quien era senador por Santiago cuando fue
ultimado, en 1991, por parte de un comando del Frente Patriótico Manuel
Rodríguez, uno de los pocos grupos armados nacidos en los ’80 para
luchar contra Pinochet.
Los jóvenes manifestantes sostenían un lienzo que rezaba “Una
Constitución misántropa y genocida no merece ser reconocida” en alusión a
la carta fundamental de la República chilena, la que efectivamente aún
contiene varios resabios o enclaves autoritarios que impiden una mayor
participación de la sociedad civil en derechos sociales básicos como
educación, salud y previsión social.
Las protestas de los estudiantes se transformaron en rabia y
comenzaron los insultos a los quinientos homenajeadores de Jaime Guzmán,
los que incluyeron aviones de papel lanzados por los jóvenes.
La acción fue subiendo de tono, por lo que la avanzada de seguridad
de Piñera que se encontraba en el lugar decidió suspender la llegada del
mandatario chileno, no sin antes se produjera un forcejeo entre los
guardaespaldas y algunos estudiantes que deseaban ingresar al patio
donde se desarrollaría la cena. Luego de la tensión vivida el jueves en
la noche, los mandamases de la UDI llegaron temprano al Palacio de La
Moneda para mostrar ante la prensa el disgusto y desaire sufridos.
El problema para Chile es que los civiles presentes en la
Universidad Católica gobiernan el país y creen que la mejor forma de
emular a Guzmán es manteniendo las cosas como están.
Vìa, fuente :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-183574-2011-12-17.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-183574-2011-12-17.html
Imagen efe
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