- Las defensoras Silvia Vázquez y Malú García tuvieron que exiliarse
“¿Quién sigue ahora?”, es la pregunta con la que todas las mañanas
despierta Silvia Vázquez y Malú García, defensoras de derechos humanos
por cuya actividad han sido amenazadas, han sufrido atentados, sus
familiares han sido asesinados o baleados, y por la que han tenido que
exiliarse de sus estados para salvar la vida. ¿Por cuánto tiempo? No lo
saben.
A casi un año del asesinato de Marisela Escobedo, el video del
homicidio a sangre fría que le dio la vuelta al mundo sigue rondando en
sus pensamientos. Esa fue la advertencia, aseguran. Ahora la persecución
a defensores de derechos humanos está cobrando vidas por la impunidad
con que quedan los crímenes en México. Los asesinos de la activista
siguen en libertad.
De acuerdo con un reporte del Centro de Comunicación Social (Cencos) de
enero a la fecha tienen registrados 68 casos de agresiones contra
defensores de derechos humanos en México, basados en comunicaciones con
diferentes ONG, monitoreo de medios y denuncias de activistas.
En estos 68 casos de agresiones y amenazas, según Cencos, hay
involucradas y están en riesgo alrededor de 126 personas de diferentes
organizaciones de todo el país, el mayor número de casos se encuentran
en Oaxaca, seguido de Chiapas, Chihuahua y Guerrero; los responsables de
las amenazas y agresiones son en su mayoría funcionarios públicos,
principalmente policías estatales y municipales; el tipo de agresión más
frecuente son las amenazas, seguidas del asesinato y el hostigamiento.
“No esperas que la defensa de derechos humanos sea un crimen en
México”, dice Silvia Vázquez, quien tras los atentados y amenazas que
sufrió debió salir de Tijuana para refugiarse en otro estado del país.
Vive sin protección
Aunque tiene dictadas medidas cautelares por parte de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), vive sin protección policial y
ha aprendido a establecer sus propios protocolos de seguridad con
familiares y amigos.
“¿A qué te limita el Estado? Pues a perderlo todo. A fracturar tu
familia, tu círculo social, tu círculo profesional y te limita la
defensa de los casos. Porque al final, al estar hostigándote,
amenazándote, es para que tú dejes de hacerlo. Quieren mantenerte
atemorizada todo el tiempo y que no estés cerca de tus víctimas”, señala
Vázquez.
La activista considera que “lo que quieren es orillarte a perderlo
todo, tu estabilidad emocional, familiar y económica, porque te
enfrentas a críticas, a cuestionamientos no solamente profesionales
porque también tu familia te cuestiona. En el momento en que tienes que
huir, en que atentan contra tus padres, claro que la familia te
cuestiona: ¿en qué estás metido?”.
Silvia se niega a dejar la defensoría. Pese a todo lo que a perdido,
asegura que sus esfuerzos valen la pena. Ahora ejerce su acompañamiento a
víctimas a través de internet y redes sociales ante las amenazas del
crimen organizado.
Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
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