domingo, 3 de junio de 2012

Sociedad: Cuando el Ser deja de Ser Por: José Solano

Por: José Solano
Artículo publicado en Amauta con permiso de Equipo Crítica y del autor
Fuente: Equipo Crítica


Un Pensamiento Filosófico en tiempos de Cambio
El Ser, esa esencia ininteligible que mueve el espíritu humano hacia la creación. Sin embargo, el ser es finito en tanto no recrea, en tanto se mantiene estático en el mundo material. El Ser creador es fácilmente influenciable, maleable o manipulable, puede ser transformado al antojo de fuerzas externas a él sin percatarse si quiera de la existencia de esos enajenables hilos que lo conducen.
Ad Astra Per Aspera, por Wiretap Studios (flickr)
El Ser, por más que lo intente, no puede escapar de sus propios límites. Es capaz de prever, de comprender incluso, su propia realidad limitada, mas no es apto de romper esas barreras que el cuerpo, la mente y el alma le imponen. El Ser se autodefine en una verdad transgredida por un poder superior, un poder explícito que causa los más inmensos temores. El Ser puede mutilarse si las circunstancias apremian sin la menor premura de sus actos.
El Ser no es, sino hecho. El Ser ha sido moldeado por la mentalidad humana reunida en colectividad y el Ser se adapta para no Ser Más. Se mantiene al margen de los procesos humanos porque no tiene la capacidad de desenvolverse plenamente, por temor o por una servidumbre permisiva que lo ata a una realidad imaginaria. El Ser, por tanto, deja de ser en sí mismo y se convierte en un tentáculo más de otro que sí se permite ser más.
Ese otro es quien tiene el poder del control. Manipula y encierra la esencia de otros en banalidades y falsedades que lo alejan de sus condiciones objetivas sobre el mundo, que lo hacen vivir en la premura del consumo, del atontamiento y del pesimismo. Ha montado todo un sistema que impide al Ser alcanzar lo eterno, es decir, su misma naturaleza libre y creadora.
El Ser está hecho a la medida del sistema que lo aloja, pero vive la latencia de la libertad en tanto sea capaz de posicionarse en el mundo objetivo y de encontrarse subjetivamente con otros seres que, como él, viven en el letargo de la inconsciencia material, que caminan como marionetas sin rumbo fijo, sin esperanza, sin creación en un mundo dado que impide el pensamiento profundo y la necesidad del Ser Más.
El Ser no tiene sentido en sí mientras se siga manteniendo en su condición alienante. Peor aún si, conociendo las fuerzas que mueven el mundo material, mantiene una postura de conformismo cómplice y no reacciona hacia formas transformadoras reales de su situación en el mundo; entra por tanto, en una paradoja existencial que lo sume en una profunda tensión dialéctica, misma que solo puede ser desahogada bajo la liberación del orden natural impuesto, creadas por las formas de poder alienante. El Ser se maneja, pues, entre la plena consciencia de su situación existencial objetiva de este mundo material cargada de una opresión constante que debe ser aplacada, o bien, se mantiene como parte de esa sustancia de alienación que subyuga bajo una situación de dominación que aparenta ser más poderosa y rígida. En términos más sencillos, o se libera en esa toma de consciencia con acciones de transformación real, o se deja malear por el sistema, so pena de nunca acabar con la crisis del Ser.
He aquí cuando el ser deja de ser. El mismo se ha trasladado, o se deja trasladar, hacia un imaginario colectivo que no es real, que lo mantiene formando parte de esa colectividad, misma que se encuentra atada por las fuerzas que conducen el sistema opresor. No piensa, no razona, no puede ver ni analizar, queda absorto frente a esa realidad ilusoria y simplemente se deja llevar. En el peor de los casos conoce su realidad, pero cierra sus sentidos ante el temor al cambio.
Mas quien ha alcanzado la liberación es más. Ha concientizado su situación existencial en el mundo y ha logrado desatarse de las cadenas de la complicidad enajenante, porque, como afirmé, no es suficiente con reconocerse en la dominación u opresión, es necesario desarticular su realidad para transformarla. El Ser Más es libre, plenamente libre. Pero ahora se ha atado a una nueva situación existencial y es su responsabilidad con el mundo tangible, porque el concientizarse implica, irremediablemente, la lucha inagotable de la eterna liberación. Los valores trascendentes cobran total sentido. Amor, solidaridad, compromiso social son parte del Ser Más. Ahora es un ser plenamente político cuyos principios se aferran a las ideas de transformación de la realidad material por una nueva, más humana.
El Ser Más se eterniza en la medida que recorre el camino de la concientización en medio de su situación existencial, en el momento de trascender su realidad finita que lo ata al egoísmo de la enajenación del poder. Al liberarse logra profundizar su realidad, la desmiembra y la recrea en algo totalmente nuevo, revolucionario. Sus pensamientos ahora divagan en la transformación del mundo, en terminar con las condiciones materiales que deshumanizan desde la dominación como sistema que aparenta ser infranqueable.
El Ser Más se desprende del mundo y de sus banalidades, de su ilusión enajenante. Convive con ella pero espera el momento de destruirla desde sus mismas entrañas. Cambiar, cambiar, cambiar. Eso es el Ser libre, el Ser Más. Cambio constante, humanizado, solidario. El Ser es acción cuando es más. No es solo pensamiento, es praxis política, social y cultural. Se apoya en otros seres, no se impone, más bien se entrega. Su plenitud y eternidad se alcanzan en darse a otros, en darse a los sueños, al cambio, a la destrucción del sistema dominador y enajenante.

Fuente,vìa:
http://revista-amauta.org/2012/05/cuando-el-ser-deja-de-ser/

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